"Obediencia y disciplina. Algo ocurre y empieza a pensar"
La vida giraba en torno a los carteles rojos de las paredes y La liga Juvenil. Todo el día nos la pasábamos hablando de que queríamos ser Espías, sería muy divertido sorprender a la gente. Fue un hermoso día, algo habitual. Todo el tiempo la misma rutina, pasar el día jugando y aprendiendo lo importante que es el G.H.
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Chicos… Siempre recuerden que los está mirando- La profesora de la Liga Juvenil nos gritaba a la salida del colegio
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Si, profesora – Todos al unísono, que hermosa coordinación.
Siempre supe que la profesora llevaba una mini foto del G.H en su llavero. Antes de irme le dije.
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Profesora, en mi casa tengo una foto igual que la de su llavero, en tamaño natural de él en una de las paredes - Ella me miro muy orgullosa mientras le decía una verdad a los cuatro vientos, ya que todos teníamos la misma foto. Le di un beso y me fui con mis amigos.
Salí del colegio con mi amigo, siempre volvemos juntos porque vivimos muy cerca uno del otro.
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No sabes lo que hice ayer, fue muy gracioso – Me dijo mi amigo mientras caminábamos hacia nuestras casas.
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¿Qué pasó?
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El tonto del vecino subió a arreglar no sé qué del agua. Como yo sabía que estaba muy concentrado, busque el regalo de mi abuelo…
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¿La pistola?
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Si, la de agua. Me escabullí entre los muebles y le grite con todas mis fuerzas “¡Arriba las manos!” y se asustó muchísimo, quedo súper pálido- Nos descostillamos de la risa todo el camino mientras me describía la reacción de su vecino y la cara que ponía mientras el gritaba “Traidor”. ¿Cómo alguien podría ser un traidor? Debería estar muy mal de la cabeza, es como si te negaras a comer hamburguesas. ¿Existe alguien así?
Hoy es un día igual que ayer, me levanto y me quejo del “¿Por qué yo debo prepararme el desayuno si a mis amigos se los hace la mamá?” La respuesta de papá siempre fue la misma, “No hagas preguntas, obedece”. En casa no había fotos de mamá, según papá las fotos de mamá se arruinaron y las tiraron a la basura, quizás eso hizo que se vaya y nunca más quisiera contactarnos. Papá dice que no le importa pero, yo le oigo llorar algunas noches. ¿Será por ella?
Mientras me dirigía a la escuela veo que hay carteles nuevos, siempre de rojo, es lindo porque a mí me encanta el rojo. Hay uno en particular que no alcanzo a ver porque está ubicado muy alto. Me voy para atrás, voy retrocediendo y lo miro con más distancia. Parece que dice “Te estamos mi…”
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¡Cuidado!- Grito una voz que provenía de algún lugar. Un hombre se tropieza conmigo y me hace caer.
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Niño, ¿Qué haces? ¿Por qué te atraviesas?
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Perdón señor, estaba retrocediendo para ver el cartel- El hombre mira el cartel y no lo sorprende la belleza del color rojo, refunfuña y me dice.
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Si, niño… son todos iguales- Me extiende la mano y me ayuda a levantarme del suelo – Niño, procura no atravesarte en los caminos de la gente. Y siempre mirar atrás – Mira alrededor y se me acerca, casi susurrando me dice - Más en estos tiempos – Y así sin esperar mi respuesta se fue.
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Que tonto soy ¿Cómo no voy a mirar atrás? Espero no llegar tarde - Me decía a mí mismo mientras me limpiaba la ropa. Miro a mi alrededor y puedo ver que el hombre está volviendo – Al fin se dio cuenta de la belleza del color rojo – Me decía a mí mismo.
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Niño… niño… atrás tuyo se me cayó algo que me pertenece, agárralo- El hombre se acercaba con cara de preocupado. Me giro y veo un cuadernito que quedo abierto. Lo tomo y llego a leer algo que me heló las manos, sentí como me ardían del temor.
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¡Hey! Deja eso- Y de un solo movimiento me quito el libro, muy enojado se acercó hacia mí y me dijo en voz baja sacudiendo el cuaderno- ¿Cómo vas a leer cosas que no te incumben? – Me golpeo levemente con el cuaderno en la cabeza - Vete de aquí, ya.
Me asuste tanto que empecé a correr, no podía dejar de pensar en eso que estaba escrito. ¿Por qué? No lo entiendo. Cuando llegue a la escuela no sabía si contárselo a alguien. Estaba tan asustado que estaba muy alerta a cualquier ruido, como si alguien me hubiera visto. ¿No es lo que dice la profesora? “Los estamos obser…” De pronto…
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¡Hola!
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¡Ha! – Grite muy asustado mientras me movía estrambóticamente, sentí el frio del miedo recorrer por mi espalda.
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Wouh… tranquilo, soy yo – Era mi amigo, estaba muy asustado como para reconocer su voz, me miro un poco extrañado por mi actitud y me preguntó - ¿Estabas concentrado repasando las reglas?- Algo curioso por mi comportamiento supongo.
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No… Es que… es que leí algo… un tipo… me caí y el vino y yo le… lo leí y me dijo “¡No lo leas!” Pero yo lo leí y no sé qué hacer… - Estaba muy nervioso, no sabía cómo decirlo.
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¿Qué?... ¿Qué tipo? ¿Qué leíste? – Me preguntaba mi amigo mientras yo aún no me sabía controlar para explicarle lo sucedido.
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Vayamos al baño y te digo… ¡No! Mejor vayamos al arenero de jardín. ¿Hay alguien ahí?
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Oh… ¿En serio? ¿No sería más fácil si me lo decís? – Nunca quiere ir al jardín porque está su hermanita.
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¡No! Vamos, no seas terco, necesi… necesito que nadie nos… nos vea, porque yo nunca diría algo así – Le decía mientras me levantaba de mi pupitre para que me siguiera.
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Está bien, pero espero que sea una palabrota buena o algo así… - Lo miro con cara de que era un tarado.
Nos acercamos al arenero que estaba vacío, busco una palita y observo alrededor que nadie nos esté mirando.
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¿Puede ser para hoy? Es que la intriga ya me está matando – Me decía el impaciente de mi amigo.
Entonces con algo de miedo escribí “Abajo el Gran Herm…”
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¿El “Gran Herm…”? ¿Qué significa?
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No seas tonto, piénsalo – Y le empiezo a señalar con la palita lo que escribí mientras le decía - Gran herm… ma… - Cuando se dio cuenta su cara de sorpresa era tal cual como el describía la cara de su vecino.
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Oh dios mío. ¿estás loco? Borra eso ya – Y con su pie pateo toda la arena, miró alrededor para asegurarse que no haya nadie.
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Lo vi en la libreta de un señor, me asuste y corrí.
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¿Corriste? Ay no, bueno, vayámonos del arenero antes que alguien venga. – Me dijo mi amigo muy inteligentemente.
Los días fueron pasando y aún me seguía preguntando “¿Por qué a ese señor no le gustaba el G.H?”. Algo le sucedió, algo le molestó. ¿No sabe acaso que el G.H desea lo mejor para nosotros? No sé qué pudo haberlo hecho escribir tal cosa y eso no me deja tranquilo. Quizás era locura o quizás era de alguien más, la lista es amplia y las respuestas siempre me llevan a la nada.
Pasaron los meses y sinceramente me olvide de todo, era tan absurdo tener que pensar en eso todo el tiempo que ya no me alcanzaba el día. La escuela estaba cada vez más exigente y requería toda mi atención. A parte de eso todo seguía igual. Me preparaba el desayuno solo, papá nunca hablaba de mamá y mi amigo al igual que yo se había olvidado del “tema”. Mis notas estaban cada vez mejor y eso me estaba dando lugar para entrar a los “Espias”, a papá no parecía entusiasmarle la idea pero ya me había acostumbrado a que nada le entusiasmase. ¿Cuándo estaba mamá era diferente él? ¿Qué me hubiera dicho mamá? ¿Qué le paso? Quizás de bebé lloraba mucho y eso la molesto tanto que se fue.
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¡Vamos, apresúrate! Estamos llegando tarde y eso no se verá bien cuando entremos a los Espias – Le decía a mi amigo que últimamente andaba triste porque se escapó su perro.
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Ya voy… Toma – Mi amigo me da unas hojas con una foto de su perro en blanco y negro y con su número de teléfono.
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¿Qué vas hacer con esto? – Le pregunto
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¿Eres tonto? Voy a pegarlos por todos lados a ver si alguien ve a mi perro, no quiero que piense que me olvide de él.
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Bueno… dame algo para pegarlos porque yo no tengo cinta – Me agradaba mucho ese perro, siempre me babeaba todo pero era muy bueno conmigo.
Pegamos los carteles de camino a la escuela, eran unos 10 en total. Mientras estaba pegando el séptimo cartel se me ocurrió una idea maravillosa.
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Se me ocurrió algo… - Le dije a mi amigo mientras yo pegaba mi séptimo cartel.
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¿Qué cosa?
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Podría poner mi número de teléfono en una hoja y escribir en la misma si alguien sabe dónde está mi mamá – No sé porque a mi papá nunca se le ocurrió.
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¿Puedo hacerlo? – Siempre tuvo talento para el collage, pero esto es algo personal.
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No, es mi mamá, quizás reconozca mi letra… aunque creo que no sabía escribir cuando se fue… de cualquier forma ella me reconocería, es mi madre. ¿No?
Cuando llegue a casa después de la escuela tome mi cuaderno y arranque unas hojas, tome mi fibrón rojo y escribí. No sabía bien que escribir, así que puse “Hola, busco a mi mamá, llamen a este número 21-5-12-17-22-18”. Estaba ansioso por salir a pegarlos, pero ya era tarde y no se podía salir, así que puse mi alarma temprano para ir a pegarlos antes de buscar a mi amigo.
Al día siguiente me desperté antes que la alarma, me hice el desayuno y me dije “Quizás es la última vez que lo haga solo para mí”. Tome la cinta de mi papá y comencé a pegarlos, como no tenía muchos se me ocurrió pegar uno por cuadra.
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¿Siempre tienes que venir tan temprano? – Mi amigo saliendo de su casa con los pelos tan despeinados, creo que nunca lo vi así.
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Salí a pegar carteles – Le dije muy contento – Apúrate así nos vamos.
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Si… Saludo a mis papás y nos vamos.
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Péinate también
El tiempo parece que era cada vez más lento, estaba muy ansioso por salir e ir a casa a ver si ya habían llamado ¿Sería mamá? ¿Qué hizo todo este tiempo? Pero bueno, hay que esperar.
¿Qué le pediré para desayunar? No, mejor yo le hago algo, así ve que ya no soy una molestia como cuando ella se fue, seguramente lloraba mucho y era muy molesto estar así.
No me podía concentrar mucho, pero tenía que prestar atención a la profesora, no podía dejar que mamá tenga un hijo distraído y que no haya entrado a los Espías. Concéntrate.
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Mira – Mi amigo me señala hacia la ventana del colegio- ¿Qué sucede?
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¿Son… son los policías del pensamiento? – Le contesto mientras intentaba distinguir sus trajes entrecerrando los ojos.
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Si, ¿Por qué vienen a la escuela? Hoy no es jueves – De pronto se escucha que uno de ellos dice.
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… Nos dijeron que el muchacho podría estar acá… – Una voz muy potente le hablaba al portero de la escuela y se dirige a nuestro salón.
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Señorita, podría venir por favor – El portero le dice a la maestra.
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¿Qué sucede? – Le digo a mi amigo - ¿La maestra está en problemas?
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No sé, no entiendo nada – Me contesta
Todo el salón hizo silencio y escuchamos a la profesora decir “Si, él estudia aquí, déjenme que lo llame”. Vemos entrar a la maestra que se acerca dónde está mi amigo, se inclina ante él y le dice algo al oído. Mi amigo ni siquiera me mira y sale con ella agarrado de su mano. ¿Qué sucede? Ahora sí que es raro todo. Y de pronto escucho a mi amigo llorar. ¿Qué? Me levanto y me dirijo a la ventana, no se puede ver. Me dirijo hacia la puerta y cuando la estoy por abrir
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¡Oye! ¿Qué haces? Sabes que no podemos salir – Un compañero me grita desde su asiento. Me quedo inmóvil con la mano en el picaporte y pienso “Tiene razón… pero es mi amigo”. Me vuelvo a mi asiento preocupado y pienso “¿Por qué está llorando? ¿Qué ocurre?”
Los oficiales habían traído al perro. Me gusta ver a mi amigo tan feliz, sentí que si él pudo recuperarlo solo era cuestión de tiempo para que los policías del pensamiento me visitasen en la escuela y me dijeran “Encontramos a tu madre, niño”.
Volví muy entusiasmado a casa y solo podía pensar en lo genial que seria que la encontrasen. ´Pensaba “Debo estar atento al teléfono” y si, no sea cosa que justo llamen y no haya nadie, pensarán que no estoy preocupado. Camino por las calles donde pegue los carteles y algo me llamó la atención, los carteles ya no estaban. ¿Qué ocurrió? No sabía si habían sido los vecinos o la gente se llevó los carteles para recordar mi número ¿Ya nadie lleva papel para anotar? ¿No pueden memorizar? Bueno, de cualquier forma mañana haré más y los pegaré así más gente la ve.
Llego al frente de casa y corro hacia la puerta pensando que estaban a punto de llamar. Entro corriendo y al abrir la puerta con tanta emoción golpeo la pared con el picaporte de la misma. De repente escucho que desde el living de alguien arrastra la silla de la mesa y se levanta.
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¡Hijo! Me asustaste – Era mi papá
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Oh, perdón. Creí que iban a llamar a casa, ahora no puedo hablar, estoy muy ocupado papá debo estar atento al teléfono por si llaman y me dicen…
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¿Y te dicen algo sobre esto? - Mi papá tenia uno de mis carteles en su mano y me lo mostraba con cierto enojo.
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¿Por qué tienes mi cartel? Oh dios ¿Vos los arrancaste?
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Claro que no, no tengo tiempo para tonterías pero parece que vos sí.
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¿Tonterías? – Casi que se me fue el aire, no podría creer que para mi papá era un tontería buscar a mi mamá, así que le dije - Estoy buscando a mamá.
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Tu mamá no está más con nosotros. La policía del pensamiento me trajo estos carteles – Tomando un puñado de hojas me los muestra – Dicen que dejes de pegarlos, que tu mamá se marchó y no volverá por ninguno de los dos.
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¿Pero dónde se marchó? Yo la iré a buscar – No pude contenerme y comencé a llorar –Dime en donde está, papá. ¿Por qué no la buscamos juntos? ¿Qué hice mal para que se marchara?
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Mi padre se tranquiliza y se acerca hacia mí, flexiona sus rodillas para estar a mi altura y me dice al oído.
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No hiciste nada mal hijo, ni yo. Tu mamá quiso ver más de lo que podemos ver y eso no se puede hacer acá, se tuvo que ir. Ahora mírame y prométeme que nunca más volverás a buscarla, ella no va a volver aunque queramos y aunque ella quisiera seguramente no podría. Debemos seguir hacia delante y no volver a mencionar el tema.
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No puedo hacerlo – Aún no podía dejar de llorar y sus palabras solo hacían que llore con más sufrimiento.
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Lo sé, hijo. Pero no es una pregunta y no es lo que quiero, es lo que debemos hacer. Ahora límpiate la cara y ve a tu habitación a hacer tu tarea.
No podía decir nada, solo pensaba que sus palabras atravesaban mi pecho y lastimaban por dentro. Le conteste que sí y me di la vuelta para ir hacia el baño a lavarme la cara. No podía mirar hacia el frente, mi cabeza solo miraba hacia abajo y veía como mis pies me llevaban hacia el baño.
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Hijo… - Mi papá me habla y me volteo – Algún día veremos más allá pero aún eres muy joven.
No lo entendí, no pregunte, solo me volví a dirigir hacia el baño sin ganas, sin autoestima y aún sin mamá.
Esa noche solo pude pensar y pensar en por qué me dijo eso. ¿Por qué no puedo buscarla? ¿Tanto les molesta un papel en una pared a la policía del pensamiento? Las dudas son grandes y las respuestas son nulas. Suelo fantasear con el momento o pensar que todo es un mal sueño. No tengo fotos de ella, no hay nada de sus cosas y nadie me quiere hablar de ella. ¿Hizo algo malo? No lo sé. Quizás no tengo la culpa o quizás sí, no sé.